Después de haber realizado
la entrada anterior y mi concienciación en el tema, quería profundizar algo más
sobre la tolerancia y el respeto,
ya que estos valores frecuentemente se encuentran de vacaciones para algunas
personas.
En
una sociedad en la que somos bombardeados continuamente por disputas, insultos
racistas, ridiculización de los defectos y desigualdades; problemas que promueven una intolerancia habitual y
televisada como un penoso ejemplo para los niños. No nos damos cuenta de que lo
distinto no es mejor ni peor, sino diferente. La tolerancia y el respeto no se
hayan simplemente en evitar los problemas, sino en indagar en ellos y aportar
nuestra opinión, ser conscientes de que nuestro pensamiento puede ser acertado
o equivoco, pero, si no estamos en lo cierto, nos empapamos del error y
aplaudimos el acierto del otro. Siendo la asertividad, es decir, la capacidad
para defender nuestros propios derechos sin transgredir los de los demás, la
base de la comunicación.
Ambos
valores son pilares básicos de la educación, por ello creo que la tolerancia y
el respeto en la escuela juega un papel crucial. De esta manera, los dos
valores deben facilitar el acercamiento entre profesores y alumnos,
fomentándose la escucha, motivación y no centrarse sólo en los fallos,
caminando hacia una enseñanza más dinámica y respetuosa.
¿Aunque
esta tolerancia y respeto se debe llevar acabo siempre sin límites?, es decir,
¿se debe ser tolerante con los intolerantes?
Por
supuesto que no, la tolerancia y el respeto tienen unos límites, ya que no
podemos ser tolerantes y respetar a aquellos que destrozan vidas y familias,
con los que esclavizan a jóvenes, con los terroristas, con todos aquellos que
dilapidan el bien común y borran los derechos humanos, es más, hay que ser
especialmente severos. Por ello, una tolerancia ilimitada nos llevaría a una
intolerancia y como tal, a un sufrimiento e imposición de ideales y normas en
contra del bien común. Ya hemos vivido situaciones en las que la tolerancia
perdió su límite como: guerras, revoluciones, estallidos sociales, etc., por la
intención de posicionar los intereses personales por encima del resto, hecho
que no merece el mínimo respeto. ¿Queremos que esto vuelva a suceder?
La
tolerancia y el respeto se encuentran en nosotros, cada uno posee su semilla,
que desde nuestra infancia sembramos en una sociedad seca de valores y que con
esfuerzo y ante las adversidades tratamos de buscar agua, creciendo y
creciendo. Aunque, a veces invadiendo el espacio de la semilla vecina o
mofándonos de su crecimiento, pero esa no es la manera, la clave está en crecer
y valorar otras formas de crecimiento, sabiendo que cuando alcanzamos cierta
altura, hay que cortar las ramas, para ser un tolerante bonsái y no un intolerante
árbol. Tú eres la semilla del cambio.
Fuente imagen: google imágenes
No hay comentarios:
Publicar un comentario