domingo, 6 de mayo de 2012

Es hora de cambiar


Después de haber realizado la entrada anterior y mi concienciación en el tema, quería profundizar algo más sobre la tolerancia y el respeto,  ya que estos valores frecuentemente se encuentran de vacaciones para algunas personas.

En una sociedad en la que somos bombardeados continuamente por disputas, insultos racistas, ridiculización de los defectos y desigualdades; problemas que  promueven una intolerancia habitual y televisada como un penoso ejemplo para los niños. No nos damos cuenta de que lo distinto no es mejor ni peor, sino diferente. La tolerancia y el respeto no se hayan simplemente en evitar los problemas, sino en indagar en ellos y aportar nuestra opinión, ser conscientes de que nuestro pensamiento puede ser acertado o equivoco, pero, si no estamos en lo cierto, nos empapamos del error y aplaudimos el acierto del otro. Siendo la asertividad, es decir, la capacidad para defender nuestros propios derechos sin transgredir los de los demás, la base de la comunicación.

Ambos valores son pilares básicos de la educación, por ello creo que la tolerancia y el respeto en la escuela juega un papel crucial. De esta manera, los dos valores deben facilitar el acercamiento entre profesores y alumnos, fomentándose la escucha, motivación y no centrarse sólo en los fallos, caminando hacia una enseñanza más dinámica y respetuosa.

¿Aunque esta tolerancia y respeto se debe llevar acabo siempre sin límites?, es decir, ¿se debe ser tolerante con los intolerantes?

Por supuesto que no, la tolerancia y el respeto tienen unos límites, ya que no podemos ser tolerantes y respetar a aquellos que destrozan vidas y familias, con los que esclavizan a jóvenes, con los terroristas, con todos aquellos que dilapidan el bien común y borran los derechos humanos, es más, hay que ser especialmente severos. Por ello, una tolerancia ilimitada nos llevaría a una intolerancia y como tal, a un sufrimiento e imposición de ideales y normas en contra del bien común. Ya hemos vivido situaciones en las que la tolerancia perdió su límite como: guerras, revoluciones, estallidos sociales, etc., por la intención de posicionar los intereses personales por encima del resto, hecho que no merece el mínimo respeto. ¿Queremos que esto vuelva a suceder?

La tolerancia y el respeto se encuentran en nosotros, cada uno posee su semilla, que desde nuestra infancia sembramos en una sociedad seca de valores y que con esfuerzo y ante las adversidades tratamos de buscar agua, creciendo y creciendo. Aunque, a veces invadiendo el espacio de la semilla vecina o mofándonos de su crecimiento, pero esa no es la manera, la clave está en crecer y valorar otras formas de crecimiento, sabiendo que cuando alcanzamos cierta altura, hay que cortar las ramas, para ser un tolerante bonsái y no un intolerante árbol. Tú eres la semilla del cambio.

Fuente imagen: google imágenes

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